Como nuestro objetivo es aumentar la complicidad entre mujeres del patriarcado que hayamos empezado nuestro proceso de sometimiento marital, hemos decidido crear un saludo secreto para contactar entre nosotras, y reconocernos, en la vía pública (calles, plazas, ramblas, boulevards…) o en demás lugares públicos: centros comerciales, pubs, bibliotecas, estaciones de tren, clubs sociales, paradas de autobús, tiendas, centros de ocio, dentro del transporte público, etc… Con ello podremos contactar con otras parejas, o matrimonios, que se rigen por la filosofía matriarcal, el “Female Lead Relationship”.
Utilizaremos nuestras manos para poder contactar con otras parejas y/o señoras que conculquen con nuestra filosofía matriarcal y ginárquica.
¿Cómo saber cuándo hacer, o no, el saludo?
Cuando veamos a una hermana con una llave colgada al cuello puede ser el indicio que esperamos, en ese momento lo normal es pensar: “obliga a su esposo a llevar cinturón de castidad“.
Es entonces cuando podemos arriesgarnos a hacerle la señal pues, muy probablemente, se trate de una pareja que sigue nuestra filosofía ginarquista y matriarcal basada en nuestra natural superioridad femenina y en la consecuente dominación del macho. La gran mayoría de hermanas que obligan a sus esposos o novios a llevar cinturón de castidad, acostumbran a lucir la llave en público colgada normalmente del cuello, pero también pueden llevarla en la muñeca, en la cintura, en el tobillo, o incluso como adorno de pelo. Es por ello que deberás fijarte bien en los detalles de la indumentaria de todas las hermanas con que te encuentres sobre todo en los complementos.
Pero aún viendo a señoras que no lleven ninguna llave colgada al cuello, podemos probar de hacer el saludo si estamos atentas a las señales subliminales según la forma en que trata al esposo, en el tono de voz, más o menos autoritario, que utiliza cuando se dirige a él, en la forma en que se miran el uno al otro, etc…
Si detectas autoridad en la forma de tratar la esposa al esposo y sumisión en la forma de responder del esposo a su esposa, puedes arriesgarte a hacer el saludo, no pierdes nada por intentarlo. En este caso debes tener tus cinco sentidos femeninos bien abiertos y debes estar muy atenta a los pequeños detalles que toda pareja muestra en público de forma inconsciente. La energía que emanan una relación entre un hombre y una mujer es fácilmente observable.
La expresión facial y corporal de un hombre sumiso: el miedo en sus ojos, su actitud de clara subordinación a la voz de su esposa, su energía pasiva, junto a otros muchos detalles no deben pasar desapercibidos a tu observación, querida hermana. Estamos convencidas de que serás capaz de detectar estas señales en cualquier hombre sumiso que se encuentre a tu alrededor, sobre todo teniendo en cuenta que convives habitualmente con uno, o varios, hombres sumisos de los que abusas libremente.
Nuestro poder a la hora de someter al hombre se encuentra por todos lados, simplemente debes estar atenta a las pequeñas señales que aparecen a tu alrededor. Tanto la naturaleza femenina, como la divinidad que habita en nuestro interior, hace que estemos conectadas unas con otras, de forma que notamos inmediatamente cuando otra mujer dominante se encuentra cerca nuestro, simplemente deja que tu sabia intuición femenina te sirva de guía.
¿Cómo es el saludo?
Se trata de un saludo que haremos con los dedos de nuestra mano, derecha o izquierda, la que tú prefieras, hermana. Los dos dedos (índice y corazón) juntos simbolizan la unión y la complicidad entre hermanas, el amor fraternal entre mujeres y el poder de la hermandad femenina (sisterhood, sorority). El dedo meñique simboliza el esposo, el macho, un ser inferior, por ello viene representado por el dedo de menor tamaño. El dedo anular muestra el tipo de relación, en el anular llevamos el anillo de matrimonio, por tanto ese dedo nos muestra cómo es la relación entre el esposo y la esposa. Nuestro dedo pulgar simboliza nuestra voluntad, nuestra fuerza, es el dedo con el que nuestras hermanas romanas distinguían entre la vida o la muerte. También es el dedo con el que abrimos el ano de nuestro esposo cuando queremos penetrarlo: usando ambos pulgares introduciéndolos a la vez en el ano y haciendo fuerza para separarlos al máximo. Además con el pulgar siempre imponemos las cosas….
Dependiendo del grado de sometimiento de nuestro marido utilizaremos uno de estos tres saludos:
a) En caso de que hayamos empezado a someter a nuestro marido hace poco tiempo y él haya iniciado su proceso natural de aceptar su inferioridad masculina, juntaremos la punta de los dedos pulgar con anular tal y como podemos ver en la imagen.
En este caso el marido debe haber empezado a aceptar, estos cuatro aspectos básicos:
1) Su obligación de obedecerte en todas tus decisiones, caprichos y deseos.
2) Su puesto como cuidador del hogar, encargándose de TODAS las tareas domésticas.
3) Tu absoluta libertad (como esposa) para flirtear con quien desees o incluso mantener relaciones sexuales con otras personas.
4) Su absoluta fidelidad hacia ti, pese a todavía no haber aceptado el uso del cinturón de castidad reglamentario.
b) En caso de que ya llevemos cierto tiempo y nuestro esposo haya asumido su OBLIGACIÓN de llevar cinturón de castidad y se haya acostumbrado a él. Por supuesto debe tener totalmente interiorizados los cuatro puntos del apartado anterior.
Juntaremos los dedos índice y corazón convenientemente estirados para ilustrar primero la fuerza de la hermandad femenina. Después doblaremos el dedo anular llevando la punta hacia la base de la mano para pegarla a éste. Finalmente presionaremos, con la yema de nuestro dedo pulgar, el dedo anular entre la segunda y la tercera falange aplicando una ligera presión contra la base de la mano. Con este gesto simbolizamos como la fuerza de nuestra voluntad femenina dirige la relación relación matrimonial hasta el punto de controlar los genitales del marido todo el tiempo y en todo lugar. La yema del dedo pulgar presiona sobre la falange del dedo anular de igual forma que el cinturón de castidad masculina presiona el pene del marido anulándolo y dejándolo totalmente inútil e inservible excepto para miccionar.
La flecha roja de la imagen nos indica la dirección en la cual el dedo pulgar debe hacer fuerza sobre el anular.
“Mi esposo ya ha aceptado llevar su cinturón de castidad y su pene está a buen recaudo gracias a la jaula de pene metálica que anula su deseo convenientemente.”
Finalmente nuestro último tipo de saludo:
c) Este saludo se realiza en dos pasos sencillos para ilustrar el proceso de domesticación. El mensaje que envía es claro y conciso: “Mi esposo ya está totalmente sometido a mi voluntad y lo controlo en todo momento y en cualquier lugar, la nuestra es una relación de dominación femenina, una “Female Led Relationship” y la vivimos con naturalidad.”
En el primer paso se deben juntar los dedos meñique, anular y pulgar hacia adelante manteniendo el índice y el dedo corazón juntos y estirados hacia arriba. De esta forma el poder de la hermandad femenina “sorority” y su complicidad omnipresente quedan resaltados como el poder capaz de hacer someter al marido a tu voluntad femenina. Seguidamente debes doblar ambos dedos (meñique y anular) presionándolos ligeramente con la yema de tu dedo pulgar hacia la base de tu mano.
En esta imagen podemos apreciar claramente como queda el saludo final: índice y corazón altivos unidos en complicidad ambos dedos os representan a ti y a tu hermana, o hermanas. Por otro lado el pulgar, representando tu voluntad y determinación, somete a tu esposo mediante una relación, dedo anular, basada en la dominación de la mujer sobre el hombre. Con este saludo damos la información conforme nuestro esposo obedece todas nuestras órdenes, se ha acostumbrado a llevar su cinturón de castidad y ya ha aceptado de buen grado su posición sumisa y servicial frente a tu autoridad femenina. Es decir: tu marido vive única y exclusivamente para complacerte a ti, su diosa sagrada, y ha renunciado con agrado a la vida pública y a todas sus aficiones y libertades. Asume perfectamente que su puesto es en casa, realizando todas y cada una de las labores domésticas para proporcionarte un lugar cómodo y agradable en el que puedas descansar y sentirte a gusto y feliz.